Mecanismo de la audicion en la sordera de las mascotas

Algunos conceptos de los mecanismos de la audición:

El perro recibe 2 mensajes sonoros, uno por cada oído, que llegan en forma simultánea únicamente cuando la fuente que los produce se encuentra por delante o por detrás del animal. Si se mueve la fuente del sonido o si se mueve el perro, el sonido llegará primero a uno de los 2 oídos. De esta forma, el animal puede averiguar el lugar en donde se originan las ondas sonoras.

La oreja y el conducto auditivo de las mascotas actúan a manera de embudo, concentrando las ondas sonoras y dirigiéndolas hacia la membrana timpánica. Este mecanismo de concentración duplica aproximadamente la energía de las ondas sonoras.

 

En respuesta a las ondas sonoras, la membrana timpánica de los perros y gatos comienza a vibrar y transmite esa vibración a través de la cadena de huesecillos, que actúan a modo de altavoces. En este paso la intensidad de las vibraciones se amplifica aproximadamente unas 20 veces. La parte final de la cadena ósea (el estribo) se mueve contra la ventana vestibular y transmite la energía (que todavía conserva su naturaleza mecánica) al oído interno. Cuando el sonido es muy intenso, un par de pequeños músculos tensan la cadena de huesecillos y la membrana timpánica, haciendo que el conjunto sea más resistente al movimiento y por lo tanto menos sensible a los ruidos excesivos, reduciendo el efecto de las ondas sonoras.

En el oído interno de los perros y gatos los impulsos mecánicos producidos por las ondas sonoras se transforman en impulsos eléctricos para que puedan ser interpretados por el cerebro. La vibración del estribo sobre la ventana vestibular transfiere la energía mecánica hacia la perilinfa que baña el vestíbulo. Debido a que los líquidos no se pueden comprimir, esa energía se transmite a través del fluido bajo la forma de ondas, que se propagan por la perilinfa hasta llegar al canal espiral de la cóclea. El movimiento de las ondas se transfiere al techo del canal (la membrana vestibular), y su vibración se mueve en dirección a la endolinfa que baña el conducto coclear. El movimiento de las ondas provoca la oscilación y el contacto de la membrana tectoria con las células pilosas y su consecuente estimulación. Este es el momento en el que tiene lugar la transformación de la energía mecánica (ondas sonoras) en energía eléctrica (impulsos nerviosos).

El órgano espiral contiene dos series de células pilosas, que se mueven en la endolinfa a instancias de la vibración producida por las ondas sonoras. Son similares a las teclas y cuerdas de un piano; del mismo modo en que cada tecla con su cuerda corresponde a una nota concreta, las células pilosas de una zona particular del órgano espiral reaccionan de manera distinta que las demás ante una frecuencia sonora determinada. Hay más de 20.000 células pilosas en el conducto coclear, cada una de ellas con un máximo de 100 cilias. Son tan sensibles que pueden percibir movimientos imperceptibles de la membrana timpánica. Se estima que si el tímpano midiera 1 Km. de ancho, las células ciliadas podrían captar movimientos de la membrana timpánica inferiores a 1 cm. Las ondas sonoras se mueven en la endolinfa a distinta velocidad y distancia en virtud de su frecuencia: las frecuencias más altas (sonidos más agudos) van más rápido y alcanzan distancias mayores dentro de la cóclea (el vértice de la pirámide), en tanto que las frecuencias más bajas (sonidos más graves) se desplazan más lentamente y recorren menor distancia, estimulando las células de la parte más estrecha del órgano espiral.

Cada célula ciliada envía su propia señal hacia un conjunto de ganglios que se encuentran en el centro excavado de la cóclea ósea, llamado modiolo. El conjunto de ganglios se denomina ganglio espiral, y recibe la totalidad de los impulsos nerviosos provenientes de las células ciliadas del conducto coclear. Las fibras nerviosas que parten de las neuronas del ganglio espiral se reúnen en la base de la cóclea ósea formando el nervio coclear. El nervio penetra en el cerebro y, luego de hacer varias estaciones en sitios determinados (que constituyen la vía auditiva) llegan hasta la corteza auditiva, que es el área del cerebro especializada en interpretar las señales que le llegan desde el oído. Aquí se repite la misma distribución de frecuencias que vimos en el órgano espiral: algunas células cerebrales son más sensibles a los sonidos agudos y otras lo son a los sonidos graves, y se ubican en distintas posiciones dentro de la corteza auditiva. En este sitio es donde se produce la percepción y la interpretación de los sonidos que llegan desde el exterior.

La onda a través de los fluidos recorre la totalidad de la cóclea hasta alcanzar la terminación del canal óseo, situado en la ventana coclear, que se halla cerrada por una membrana llamada membrana timpánica secundaria. Esta actúa como una verdadera válvula de descompresión, vibrando ante la llegada de las ondas y permitiendo que la energía se disipe en el espacio aéreo que ocupa la cavidad del oído medio.

Agradecemos la colaboración para la publicación de este articulo a:

Dr. Fernando Carlos Pellegrino - Neurologia Veterinaria

 



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