El parto en la perra y gata

La parición en la perra y la gata

Parto - El gran momento se acerca. Llevamos esperando cerca de dos meses el feliz desenlace de una gestación que en la mayoría de los casos ha sido deseada y tratada con el máximo cuidado. Por ello no debemos considerar al parto como el final de la gestación, sino como un acontecimiento independiente que recordaremos el resto de nuestras vidas, ya sea porque, felizmente, no haya aparecido ningún problema o porque, desgraciadamente, se haya complicado.

Científicamente, el parto canino o felino se define como el conjunto de fenómenos que tienen como consecuencia la expulsión del o de los fetos y de los anejos fetales en una hembra que ha llegado al término de su gestación.

El presente artículo tiene la finalidad de dar a conocer a los propietarios de perras y gatas gestantes los acontecimientos que podrán observar durante el parto de sus animales, sin entrar demasiado en cuestiones técnicas o razones científicas. Los propietarios expertos considerarán que un artículo de estas características no les servirá para aprender demasiadas cosas nuevas, pero hemos querido dirigirnos a los propietarios primerizos para los cuales cada duda representa un problema insoluble. Por esta razón lo hemos configurado en forma de preguntas, aquellas que nuestros clientes más habitualmente nos hacen en el ejercicio diario de la clínica. Tomaremos como hilo argumental el parto de la perra, indicando cuando fuese menester las diferencias que se presentan en el caso de la gata.

¿Cuándo va a parir mi perra o gata?

Tradicionalmente se ha considerado que la duración de la gestación en la perra es de 63 días post cubrición (servicio). Si únicamente se ha producido un acoplamiento con el macho y contamos 63 días a partir de la fecha del mismo, podremos obtener la fecha del parto. Sencillo, ¿verdad?. Pues en realidad las cosas no lo son tanto.

Porque generalmente no se lleva a cabo una única cubrición y en ocasiones no se sabe exactamente la fecha de la misma (en el caso de que se haya escapado dos o tres días estando en celo). Si además añadimos el hecho de que los espermatozoides caninos sobreviven hasta 7 días en el tracto genital de la hembra y de que la duración de la gestación puede verse influenciada por la raza y por el número de fetos (una camada numerosa suele acortar la gestación) podremos comprender por qué no puede establecerse con exactitud la fecha del parto. De hecho, se considera normal un parto acontecido tanto a los 58 como a los 68 días postcubrición. Algunos autores consideran que el intervalo del parto normal se puede situar entre los 54 y los 72 días postcubrición. Veámoslo más claramente con un ejemplo: si la cubrición se produjese el día 1 de Enero, el parto podría producirse cualquier día desde el 23 de Febrero hasta el 13 de Marzo, con una máxima probabilidad el 4 de Marzo.

En la gata la duración media de la gestación es de 65 días, con un intervalo de 64 a 69 días, sin que exista diferencia de unas razas a otras. Al igual que en la perra, las camadas numerosas acortan la duración de la gestación.

Naturalmente, el lector puede pensar que no le estamos siendo de gran ayuda.

Afortunadamente tiene en su propia casa una magnífica maestra que, si le dedica un mínimo de atención, le indicará con precisión cuándo va a producirse el esperado acontecimiento.

Tanto en la perra como en la gata una semana antes del parto la temperatura corporal (medida en el recto) comienza a descender hasta situarse en 37 - 38 C. La temperatura rectal desciende a menos de 36 C (y con frecuencia a menos de 35 C) aproximadamente de 8 a 24 horas antes del parto. Se han observado fluctuaciones pasajeras en las temperaturas corporales con descensos ocasionales en las temperaturas rectales a 35 C durante las dos últimas semanas de gestación en perras eutócicas o de parto normal. Aunque puede observarse un breve periodo de hipotermia o descenso de la temperatura en una gestación normal sin estar pendiente del parto, toda perra con hipotermia debe ser cuidadosamente controlada por si hubiera una distocia o parto anormal. Por tanto el descenso de la temperatura corporal es un dato que debe ser tomado con cautela porque, aunque antecede siempre al parto, no nos da un plazo de tiempo exacto para el mismo.

Otro dato que nos ayudará a conocer cuándo se aproxima el momento del parto es la aparición de secreción láctea en las mamas de la hembra. Aunque a menudo tampoco es un signo fiable de parto inmediato, ya que en algunas perras puede aparecer hasta una o dos semanas antes y en otras coincidir con el momento mismo del parto. Frecuentemente, sin embargo, las perras rechazan el alimento uno o dos días antes del parto. Además, la vulva suele ponerse edematosa y aparecer una ligera descarga vaginal. Pero el dato más revelador de que el parto se acerca es que en los dos o tres días que lo preceden la perra cambia su comportamiento normal para adquirir uno muy característico: búsqueda de sitios oscuros y apartados, inquietud y construcción del nido. 


¿Dónde se producira el parto de mi perra o gata?

La mayor parte de las veces la madre sera la que decida dónde va a parir: encima o debajo de una cama, detrás de un mueble o del sofá, su canasta, un lugar reservado y oscuro del jardín son sitios habituales. Lo que su instinto protector les dicta es que han de buscar un lugar resguardado para sus cachorros, con el fin de que tengan la máxima protección. Por ello en ocasiones no nos enteraremos de dónde se está produciendo el parto. Por esta misma razón, y dada la capacidad de la perra para retrasar el parto en cierta medida, éste suele acontecer de noche, ya que entonces suele ser el momento más relajado y tranquilo en la casa.

 Como norma general debemos facilitar a la madre que va a parir un lugar especialmente acondicionado por nosotros y que pueda ser elegido libremente por ella para el parto. Puede ser su propia cesta, en perras de pequeño tamaño o gatas, o una caja, en perras de gran tamaño, de donde no se puedan escapar los cachorros. Debemos ponerla en un lugar apartado del trajín diario de la casa y mullirla con material absorbente (papel de periódico, por ejemplo) que retenga los líquidos fetales. Este procedimiento intenta garantizar el control que debemos tener sobre el parto, aunque a veces estos lugares no serán los elegidos y el parto empezará en otro distinto. En este caso, si es posible, debemos trasladar a la madre y a los cachorros ya nacidos al lugar que nosotros habíamos destinado a tal fin.



¿Cómo es el parto de mi perra o gata?

Esta es la pregunta clave, porque es en este momento cuando el propietario primerizo se pone más nervioso y no sabe si lo que está aconteciendo ante sus ojos (si es que tiene la fortuna de poder observarlo) es normal o no. Se pregunta qué debe hacer y cómo y cuándo debe hacerlo. Para tranquilidad de estas personas empezaremos explicando, siquiera someramente, el mecanismo que desencadena el parto y las fases en que éste se divide.


Mecanismo desencadenante del parto de mi perra o gata

Durante la gestación los fetos se desarrollan a partir de los nutrientes que toman de la madre a través de la placenta. Sin embargo, llega un momento en que las altas necesidades que tienen no se satisfacen por completo. En este momento los fetos empiezan a sufrir estrés. El mecanismo estresante más importante es la falta de oxígeno. Es entonces cuando se liberan al torrente sanguíneo las hormonas características de toda situación de emergencia, fundamentalmente cortisol. (corticoide) Este hecho provoca que se produzca en la madre un cambio hormonal de manera que deja de producirse la progesterona u hormona mantenedora de la gestación. Además, en la parte fetal se produce una sustancia, la prostaglandina F2a, que induce la producción de otra, la relaxina, que da lugar a la relajación de la pelvis y del tracto reproductor, y provoca contracciones uterinas y presión abdominal, tanto directamente como a través de la descarga de oxitocina por la glándula pituitaria. Esta última hormona tiene otro papel fundamental que veremos más adelante y que es el de ser la encargada de la liberación de la leche en la mama. Así pues, como hemos visto, son los cachorros los que desencadenan su propio nacimiento.


Fases del parto de mi perra o gata


Como norma general el parto se divide en tres fases. Ya que es importante que sepamos diferenciar cada una de ellas y cuándo dan comienzo y terminan, nos detendremos a explicarlas con mayor detalle, aunque no debemos olvidar que esta separación de fases es didáctica y en ocasiones no puede diferenciarse el momento en que se produce el tránsito de una a otra.

1ª Fase: relajación y dilatación del cuello uterino. Esta fase tiene una duración variable (de 2 a 12 horas), aunque normalmente dura unas 4 horas. En las hembras primíparas o de primer parto puede alargarse hasta las 36 horas. En este momento la perra se pone más nerviosa e inquieta y deja de comer. Tiembla, jadea y puede vomitar. Los labios vulvares se engruesan, su vuelven blandos y colgantes y se escapa por la comisura inferior un líquido viscoso, pegajoso y blanco-amarillento que se une a los pelos de la cola y los ensucia. En algunos casos se pueden apreciar contracciones uterinas, pero siempre de débil intensidad, y la perra puede destrozar su cama, probablemente como reacción al dolor. En las gatas esta fase suele durar unas 24 horas y se caracteriza por inquietud, vocalización y comportamiento de preparación del nido. Algunas gatas que son normalmente cariñosas pueden mostrar signos de agresividad a medida que se aproxima el momento del parto.

2ª Fase: expulsión de las crías. Esta fase se caracteriza por fuertes contracciones uterinas (de 50 a 60 segundos de duración con intervalos de 3 a 6 minutos) y por un esfuerzo ostensible. Muchas personas identifican esta fase con el parto propiamente dicho, simplificándolo y desconociendo, por tanto, unas manifestaciones cuyo conocimiento será de gran importancia en el caso de que fuese problemático.

Comenzaremos hablando de la perra. En ella esta fase puede verse malograda si esta angustiada o molesta. La perra se lame la región vulvar entre cada contracción, especialmente cuando se ha roto el saco fetal y se libera el saco placentario, momento en que los propietarios pueden notar un líquido claro saliendo por la vulva. Una vez que la cabeza o la pelvis del feto alcanzan el anillo pelviano de la perra, se estimulan fuertes contracciones abdominales cada 2 a 3 minutos que se intensifican a medida que la cabeza y los miembros se introducen a través del cuello uterino. La duración de esta fase del parto es extremadamente variable para cada perra y para cada cachorro en una misma camada. Sin embargo, como norma, no se permitirá que transcurran más de 6 horas desde la expulsión del primer cachorro sin que se realice una investigación por parte del veterinario, ya que es probable que tenga lugar la separación de la placenta en este momento y la vida de los demás cachorros podría verse amenazada. El intervalo entre nacimientos es igualmente variable para aquellas perras que alternan las fases primera y segunda del parto. El segundo y siguientes cachorros se deberán expulsar tras intervalos de contracciones inferiores a 30 minutos. Se deben considerar como anormales los intervalos de descanso de más de 4 horas. Es frecuente que el parto de una camada numerosa se prolongue hasta 24 horas. Las perras con buen instinto maternal limpiarán y amamantarán a sus cachorros entre los sucesivos alumbramientos y probablemente será mejor permitir esto que retirar los cachorros a medida que nacen y devolverlos a su madre al final del parto. Esta acción limpiadora mediante el lamido ayuda a estimular la función cardiovascular y respiratoria en los cachorros y la excitación de los pezones en el amamantamiento contribuye a la descarga de oxitocina, lo que constituye un elemento regulador de la expulsión fetal.

En el caso de la gata, una vez iniciada esta fase, los gatitos suelen ser expulsados rápidamente con relativamente pocas contracciones abdominales, pero a menudo con un gran chillido. El primer gatito tarda, como media, unos 30-60 minutos en nacer y el intervalo entre la expulsión de los restantes gatitos varía de 5 a 60 minutos. La mayoría de las gatas cortarán el cordón umbilical, comerán la placenta y limpiarán a los gatitos sin necesidad de asistencia. Frecuentemente lamerán al primer nacido mientras continúa el parto. A veces, esta fase se subdivide en dos partes, descansando la gata durante 12 a 24 horas entre la expulsión de dos tandas de gatitos.

3ª Fase: expulsión de las placentas. En esta fase, se expulsan las membranas fetales. Los perritos pueden nacer con las membranas intactas o simplemente unidos por el cordón umbilical a la placenta que permanece en el tracto genital. En este último caso la placenta se expulsará por separado antes, durante o después de nacimientos posteriores. Una secreción espesa verdosa (loquios) acompaña la separación placentaria y puede observarse en las tres etapas del parto y hasta 3 a 6 semanas después de haber finalizado. El permitir que las perras coman las placentas o no es un asunto de preferencia personal, aunque se ha sugerido que las hormonas placentarias pueden favorecer la involución uterina y la producción de leche. En el caso de grandes camadas probablemente sea desaconsejable dejar comer todas las placentas, pues puede producir problemas digestivos a la madre.

En la gata la expulsión de la placenta tiene lugar normalmente una vez expulsados los gatitos, siendo consumida por la madre. En esta especie animal los loquios son más bien parduscos.

¿Ya ha terminado de parir mi perra o gata?

Esta pregunta tiene una respuesta fiable que, paradójicamente puede conocerse antes de empezar el parto. Nos explicamos. Si deseamos saber si ya han nacido todos los cachorros es necesario conocer de antemano mediante una radiografia el número de fetos que estaba gestando la madre. Si sabemos que, por ejemplo, tenía cuatro fetos y han nacido sólo tres de ellos, debemos esperar porque el parto aún no ha terminado o se complico.


¿Cómo saber cuántos fetos tiene una hembra gestaste?


Esta pregunta debe formulársela a su veterinario, el cual dispone de varias técnicas para intentar averiguarlo. El método preferido de diagnóstico de gestación en la perra es la palpación abdominal a las 3 - 4 semanas postcubrición. Sin embargo el veterinario debe poseer una gran experiencia y además es muy difícil cuantificar el número de fetos, sobre todo en perras de razas prolíficas (más de 5 cachorros) y en las hembras obesas. Un método eficaz en hembras poco prolíficas, es la realización de ecografías, una a las 3 semanas y otra a los 30 - 35 días. Pero la prueba definitiva es la realización de una radiografía que nunca debe realizarse alrededor de los 45 días de gestacion y que preferiblemente se hará hasta 2 - 3 días antes de la fecha prevista para el parto (aproximadamente a los 60 días postcubrición como maximo). Esta prueba tiene varias utilidades: muestra el número de fetos, su tamaño real y relativo respecto a la pelvis de la madre y su colocación (aunque ésta variará en el momento del parto). La información que se obtiene es muy valiosa.

En las gatas la palpación abdominal es el método preferente para el diagnóstico de gestación, pudiendo hacerse a partir del día 17 - 25 de gestación.

Radiográficamente pueden visualizarse los esqueletos fetales a partir del día 43, mientras que utilizando la ecografía se pueden observar los gatitos en desarrollo desde el día 14 - 15, segun cada ecografista.-

Será pues cada veterinario el que determine qué método es el más aconsejable en cada caso particular.

Hemos de terminar este apartado indicando que el final del parto sólo esta marcado por la relajación de la madre y el amamantamiento placentero de los cachorros.


¿Qué hago con los nuevos cachorros recien nacidos?

La vida y el desarrollo del feto en el útero están asegurados por la circulación de la sangre oxigenada de origen placentario ya que la circulación pulmonar es extremadamente reducida porque este órgano está completamente colapsado. Al nacimiento, la circulación toma rápidamente en el recién nacido los caracteres que conservará en el adulto. Sin embargo, el recién nacido nace normalmente apneico, es decir con la función respiratoria anulada, y ésta se vuelve en él una necesidad absoluta desde que los lazos vasculares que le unían a la madre se han roto. La primera inspiración está gobernada por el centro respiratorio cerebral que es estimulado por las modificaciones sanguíneas consecutivas a la fisiológica falta de oxígeno que acompaña, al nacimiento, la interrupción de la circulación umbilical. Realmente, es el acúmulo de CO2 en la sangre lo que induce la respiración en el recién nacido de la misma forma que en el adulto.

Cuando el feto nace en estado de muerte aparente, es necesario desobstruir rápidamente las vías aéreas (retirando los restos de la bolsa fetal) y practicar la respiración artificial hasta que los movimientos respiratorios naturales se hayan establecido y normalizado. Se puede ayudar a ello masajeando la región torácica, ejerciendo tracciones rítmicas de la lengua, excitando mecánicamente la mucosa nasal, insuflando por los orificios nasales humo de tabaco o tocando la mucosa con una solución de vinagre. Una buena maniobra es la suspensión del recién nacido por las extremidades posteriores durante algunos segundos con la cabeza hacia abajo, ya que así la sangre venosa afluye al cerebro y el CO2 excita el centro respiratorio.

Cuando nacen los cachorros normalmente la madre corta el cordón umbilical, pero a veces esto no ocurre y deberemos ser nosotros quienes lo hagamos. Podemos hacerlo de dos formas. La primera es por tracción opuesta de las dos manos, una vez que el animal ya respire, mediante los dedos índice y pulgar de cada mano a unos 5 centímetros del cuerpo del cachorro y después de ligar con un hilo grueso el cordón umbilical cerca del ombligo y de exprimirlo para vaciarlo de sangre. La otra forma consiste en hacer dos ligaduras con un hilo en el cordón umbilical y cortarlo entre ambas con una tijera. Esta segunda forma es la menos aconsejable.

El recién nacido será colocado cerca de la madre, que lo lamerá quitándole las mucosidades de que está cubierto. Se le pueden quitar igualmente con fricciones secas.

Algunas hembras particularmente quisquillosas, susceptibles o malas rechazan a los cachorros y algunas llegan incluso a devorarlos (canibalismo). Esta agresividad puede ser de origen psíquico o estar ligada a ciertos factores de naturaleza secundaria como insuficiente eyección láctea y dolor en la succión.

Todos los cachorros deben mamar en las primeras 6 horas de vida con objeto de tomar el calostro o secreción de la mama en los primeros días tras el parto, lo que le aportará las defensas necesarias para sus primeras semanas de vida. En su defecto podemos utilizar calostros artificiales que se pueden adquirir en el mercado especializado.

Las tres necesidades básicas de los cachorros en sus primeros días de vida son calor, nutrición y cuidado materno. En el caso de cachorros huérfanos o repudiados por la madre deberemos proporcionárselos artificialmente.


Algo va mal durante el parto de mi perra o gata:


Todo lo que hemos descrito anteriormente es lo que acontece en un parto normal. Desgraciadamente no siempre es así y a veces aparecen problemas. Los más importantes y graves que pueden presentarse son los que se presentan en el siguiente decálogo:

1.- Inercia uterina o parto prolongado. Consiste en la ausencia de contracciones uterinas destinadas a la expulsión de los fetos. Es probablemente la causa principal de distocia en la perra (ver punto 2). La causa no en bien conocida y se diferencian dos tipos de inercia uterina: la primaria o ausencia total de contracciones uterinas sin paso de la fase uno a la fase dos del parto y la secundaria o de agotamiento de la musculatura uterina tras prolongados e infructuosos intentos para la expulsión de los fetos. En ambos casos, sobre todo en el primero, el problema se resuelve mediante la operación cesárea, por lo que la visita al veterinario es improrrogable.

2.- Distocia o parto difícil o anormal. La distocia puede deberse a factores maternales, tales como pelvis estrecha congénita, fracturas pelvianas mal tratadas, torsión uterina o inercia uterina, que puede ir asociada a la obesidad, o factores fetales como gran tamaño, exceso de tamaño relativo y mala presentación. Toda la camada de cachorros suele estar muerta a las 24 horas del inicio de la distocia y la perra muestra habitualmente signos de toxemia a las 48 a 72 horas y requiere un cuidado atento para su supervivencia. Si existe fuerte y frecuente tensión abdominal y no existe salida de ningún cachorro en 20 - 30 minutos generalmente se debe a que hay un cachorro en el canal del parto pero no puede pasar. El cachorro morirá por asfixia, si no es liberado antes de que se produzca la separación placentaria completa.

En la gata la distocia es rara pero deberá ponerse remedio si se observan contracciones infructuosas durante más de una hora o si se observa durante el parto gran cantidad de flujo vaginal teñido de sangre. En la perra la distocia se presenta con mayor frecuencia y es siempre una urgencia que debe ser resuelta por el veterinario, ya que el intento de extracción de un feto atascado por una persona no experimentada puede causar más daño del que ya existía, tanto al feto como a la madre.

3.- Retención placentaria. Aunque la retención de porciones placentarias es un problema muy común en las perras jóvenes, la retención de toda la placenta es rara en perras de cualquier edad. Los individuos que retienen todas las placentas enfermarán con casi total seguridad y se producirá como secuela una metritis o inflamación uterina cuyos síntomas son fiebre, inapetencia, dolor abdominal, descarga vulvar anormal, descuido de la camada, etc.

4.- Muerte fetal. Si la muerte de los fetos se produce en la segunda mitad de la gestación no se produce reabsorción y puede observarse colporrea o descarga vaginal o expulsión de elementos fetales que será tanto más evidente cuanto más tardía sea la muerte fetal. La consecuencia de la mortalidad fetal será el aborto o el nacimiento de fetos muertos o momificados.

5.- Aborto. Consiste en la interrupción de la gestación con la expulsión de un feto no viable o de un feto muerto. Se diferencia de un parto prematuro en que en éste la expulsión antes de término es de un feto viable. La causa del aborto puede ser o no infecciosa. Los abortos de naturaleza infecciosa son raros en la perra y en la gata y son de tipo inespecífico. Los no infecciosos pueden deberse a intoxicaciones, trastornos nutricionales y determinadas deficiencias vitamínicas o minerales, trastornos endocrinos o traumatismos. Las perras y las gatas pueden abortar una parte de la camada y llevar el resto a término.

6.- Momificación. Consiste en una transformación aséptica (sin intervención de gérmenes) del feto. Puede limitarse a uno o dos fetos y no tener ninguna interferencia sobre la gestación que continúa hasta su término normal. El feto nace como deshidratado y con el desarrollo incompleto.

7.- Hemorragia. La importancia de la hemorragia interna, que puede ser uterina o intraabdominal, es de pronóstico variable según la naturaleza de los vasos rotos. La hemorragia debida a la rotura de la arteria uterina o de la arteria ilíaca interna es prácticamente siempre mortal, dada la rapidez de la evolución y las dificultades de la intervención. Otra causa probable de hemorragia es la deficiencia de factores de coagulación. Se sospechará la presencia de hemorragia cuando aparezca secreción sanguinolenta por vulva o exista decaimiento generalizado de la madre acompañado de palidez de las mucosas (puede observarse fácilmente en la conjuntiva y en la mucosa bucal).

8.- Ausencia de secreción láctea. Una vez que los cachorros salen del seno materno deben alimentarse de la leche que su madre les ofrece. Y es importante que lo hagan en las primeras 6 horas de vida, como ya se ha dicho. Si no existe secreción de leche las vidas de los cachorros peligran. A veces es suficiente una inyección de oxitocina para provocar que se inicie la tan necesaria producción de leche. Si no se consiguiese o desgraciadamente, la madre hubiese muerto durante el parto, sería necesario alimentar a los cachorros con una leche maternizada o artificial especialmente formulada para sus necesidades. No debemos caer en la tentación o imprudencia de darles leche de vaca, rebajada o no con agua, o una leche maternizada para niños porque la composición es distinta y va a causar trastornos digestivos a los cachorros que les pueden llevar incluso a la muerte.

9.- Paraplejía posparto. Bajo este nombre se agrupa un conjunto de trastornos que producen incapacidad para levantarse o mantenerse en pie a la madre recién parida. Puede deberse a traumatismos óseos y musculares (fracturas, luxaciones y contusiones musculares), trastornos nerviosos y lesiones vasculares.

10.- Eclampsia o hipocalcemia puerperal. Consiste en un descenso del nivel sanguíneo de calcio. Se produce por el esfuerzo de lactación que está haciendo la madre, lo que implica que sus reservas de calcio disminuyen para que los cachorros puedan formar su esqueleto. Se presenta en el periodo posparto, frecuentemente de 1 a 3 semanas después de haberse producido éste. Generalmente afecta a perras de razas pequeñas que amamantan a camadas numerosas. Ocasionalmente puede afectar a otras razas de mayor tamaño o a gatas y aparecer con independencia del número de cachorros y en cualquier momento de la lactación. Excepcionalmente puede aparecer en las últimas fases de la gestación de la perra. Se caracteriza por falta de apetito y ligero dolor que produce un porte forzado. La perra muestra inquietud y un ritmo respiratorio acelerado. Puede caer de bruces y quedar tendida. Se producen convulsiones cada vez más violentas y la temperatura se eleva a más de 39’ - 41C. La perra conserva el conocimiento. Es una urgencia que debe tratar el veterinario sin dilación. Sin embargo es un proceso raro si se ha tomado la precaución de suplementar el aporte de calcio de la hembra durante la gestación y la lactación.


Punto final del parto de mi perra o gata


Después de leer este artículo alguien puede pensar que todo es demasiado complicado como para arriesgarse a pasar por ello y que quizá no va a ser capaz de diferenciar un parto normal de uno que no lo es y que requiera de la intervención del veterinario. No quisiéramos, sin embargo, terminar sin recordar que la naturaleza es tan sabia que ha provisto que en la mayoría de las ocasiones los animales son capaces de traer al mundo a sus crías sin ayuda externa de ningún tipo y que, por tanto, nuestro papel en esta función sólo será el de afortunados espectadores de una nueva representación del milagro de la vida.


Fuente: Drs. Gutiérrez Aragón, J.A., Luengo Ruiz, M. y Flores Alés, A.J. Hospital Centro Policlínico Veterinario Málaga, España.

 



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