Por los perros y por nosotros

Los perros son los custodios de ese sitio silvestre, de esa fuente de la cual fluye todo lo puro, apasionado y creativo de nosotros. Son los guardianes de ese lugar que hemos sumergido en el gris artificial de nuestras ciudades de cemento, ensordeciéndolo con los ruidos que supimos inventar y pisoteándolo con pasos apurados hacia metas donde sólo nos espera la hierática realidad del consumo.

Los perros han estado y están ahí. Siempre fieles a pesar de las traiciones humanas a su confianza. Si todavía somos capaces de mirar por un instante a nuestro alrededor, con la mirada libre de tanta contaminación cosmopolita, ahí los descubriremos, esperándonos para brindarnos con su presencia el maravilloso regalo de su ternura devota, de su ayuda, de su amor insobornable.

El lugar que se nos ha asignado en la mesa servida por la Naturaleza no es el de amo y señor, sino el de un socio igualitario, lleno de amor y de respeto. Los perros tienen mucho para enseñarnos al respecto y sólo tenemos que acercarnos y permitirles que lo hagan.

Desde épocas muy remotas son incondicionales para con nosotros. ¿Seguirán siéndolo?... ¿O apagaremos su estrella Sirio con el espejismo de una realidad virtual deshumanizante?... Si los elegimos y dejamos que nos elijan para compartir, transformaremos el gris del cemento en un jardín colorido y perfumado, donde los ruidos ensordecedores se convertirán en armónicos sonidos que nos hablarán del ritmo original de la Naturaleza. Si esto no sucede, apagaremos nuestro propio brillo, el de ese espíritu sagrado y silvestre que habita en cada uno de nosotros y no seremos más que sombras.

Cada perro maltratado, abandonado,
asesinado por la indiferencia humana,
es un encuentro fecundo abortado.

Quizás ellos nos perdonen la larga ausencia de esa mesa servida por la Naturaleza y se alegren con el regreso de estos hermanos perdidos que somos nosotros. Son tan nobles que, sin duda, hasta nos darán la bienvenida.

Cada perro respetado, adoptado, cuidado
y amado por nodo nosotros es el renacimiento
a la libertad de nuestro espíritu silvestre.

Y, recién será en ese encuentro, cuando recuperemos el contacto con lo sagrado de nuestras pasiones silvestres, que dejaremos de rodearnos de destrucción. ¡Que así sea!.

 



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