Leishmaniosis Visceral Canina en la Republica Argentina

En el noreste de la Rep. Argentina la degradación ambiental y socioeconómica de los últimos años, ha favorecido la reaparición de enfermedades humanas y animales hasta el momento relativamente controladas (como la malaria y la fiebre amarilla), así como el surgimiento de patologías hasta ahora restringidas a zonas más tropicales de nuestro continente tales como el dengue y la leishmaniasis visceral. En general las enfermedades de mayor expansión son aquellas transmitidas por vectores como las citadas anteriormente, las cuales representan un verdadero problema para la salud pública. En el caso particular de la Leishmaniosis Visceral Canina (LVC), desde el primer caso diagnosticado en marzo del año 2006 en la ciudad de Posadas, Misiones, el número de animales con esta patología ha aumentado de manera exponencial, verificándose hasta la fecha (3/2010),y solamente en nuestro laboratorio, una cantidad aproximada de 2780 animales enfermos. Si bien la mayoría de los mismos corresponde a perros de Posadas, últimamente se está diagnosticando una cantidad creciente de casos provenientes de otras localidades del interior de la provincia así como del norte correntino y poblaciones vecinas del Paraguay. 

La enfermedad: Leishmaniosis Visceral Canina

La LVC es una enfermedad producida en América, por un parásito intracelular de la familia Tripanosomatidae, la Leishmania chagasi (=infantum), y es transmitida por la hembra de un insecto lebótomo llamado Lutzomyia longipalpis, (huésped intermediario obligado en el ciclo de la enfermedad). En el medio silvestre afecta a una gran variedad de mamíferos y marsupiales (zorros, zarigüeyas, perezozos, etc.), mientras que en el ambiente urbano involucra principalmente al perro, hombre y en menor medida a otras especies como el gato.

En el perro esta enfermedad adquiere especial importancia dado que el mismo posee una susceptibilidad muy grande, lo que provoca una rápida diseminación en la población canina de un área dada y se convierte en el principal reservorio urbano.

Igualmente en esta especie, la Leishmaniosis Visceral Canina se caracteriza por generar una amplia variedad de signos, muchos de ellos muy típicos de la enfermedad, aunque también en ocasiones suelen darse presentaciones diversas, afectando prácticamente cualquier sistema u órgano del animal lo que a veces hace muy confuso el diagnóstico clínico.-

Habitualmente están presentes numerosos signos cutáneos, tales como dermatitis exfoliativa difusa, onicogriposis, seborrea seca, nódulos cutáneos, así como presencia de costras y heridas en hocico, orejas y miembros. Acompañando estos signos es común observar un deterioro variable de la condición física general, con adelgazamiento progresivo, atrofia muscular, adenomegalia generalizada, esplenomegalia y afectación ocular (habitualmente queratoconjuntivitis y/o uveítis). Otros signos de aparición frecuente suelen ser trastornos locomotores principalmente del tren posterior, epistaxis,diarrea y debilidad generalizada.

A nivel bioquímico los principales cambios que se verifican habitualmente son: anemia, hiperglobulinemia y elevación de los valores de urea y creatinina, así como una proteinuria marcada. Todos estos signos y alteraciones bioquímicas expresan el daño producido por la acción deletérea local en los tejidos invadidos por los parásitos, como también en otros casos, reflejan los trastornos inducidos por la formación de complejos inmunes que se depositan en ciertas zonas del cuerpo, generando habitualmente lesiones más graves tales como glomerulonefritis, uveítis, vasculitis, etc.

El curso de la enfermedad puede ser muy variable, desde encontrarse animales prácticamente asintomáticos, hasta individuos que sufren un deterioro progresivo y fulminante que generalmente termina con la muerte por falla renal.

Respecto al diagnóstico, además de un riguroso exámen clínico, se requiere la confirmación por medio de la identificación de los característicos amastigotes de Leishmania en el estudio citológico de muestras colectadas en lesiones cutáneas y mucosas, ganglios, médula ósea y/o bazo. Existen también distintos métodos serológicos y moleculares disponibles con diferentes grados de especifidad y sensibilidad que pueden tener variada utilidad en estudios clinicos o epidemiológicos según el caso ( IFI, ELISA, Western Blot, Inmunocromatografía, PCR, etc.)

Para la terapéutica de la enfermedad se han ensayado y utilizado una gran variedad de productos Leishmanicidas y leishmaniostáticos que generalmente se deben administrar a largo plazo (generalmente por varios meses o inclusive permanentemente). Algunos de estos productos como el antimoniato de N metil glucamina (Glucantime),(considerada unánimemente la droga de elección) junto con otro porducto más moderno y de uso oral, la Miltefosina, no se encuentran disponibles en nuestro país para su uso en medicina veterinaria y por lo tanto, la principal droga utilizada en nuestro medio es el Allopurinol, que funciona como leishmaniostático.Otras alternativas complementarias utilizadas en determinadas situaciones son: la Anfotericina, algunas Quinolonas y otros antibióitcos con cierta acción sobre el parásito.

Estos medicamentos suelen ir acompañados de otras drogas como inmunoestimulantes e inmunomoduladores, vitamínicos, etc., así como toda la terapia dirigida a neutralizar los diferentes trastornos orgánicos tales como glomerulonefritis, uveítis, piodermias, etc.

En nuestra experiencia, con el uso criterioso de los elementos disponibles y un meticuloso seguimiento individual, se obtiene una alta frecuencia de resultados satisfactorios al mediano y largo plazo.

A la fecha y luego de cuatro años de convivencia con la enfermedad en nuestro medio, hemos podido realizar el seguimiento de numerosos animales que alcanzan un nivel de mejora clínica muy satisfactorio y de manera sostenida.

Con respecto a la inmunoprofilaxis, si bien se han desarrollado algunas vacunas (en Brasil p.ej.) que han demostrado ser eficaces, por el momento existen ciertas limitaciones de tipo legal para su uso extendido por lo que escapa a nuestras posibilidades actuales.

Expansión y control de la Leishmaniosis Visceral Canina

En principio son varios los factores que podrían estar implicados en la expansión que viene verificando esta enfermedad en nuestro continente, desde que se comenzaron a describir los primeros casos en el nordeste brasilero a mediados del siglo XX en el ambiente selvático y rural, hasta la situación actual en la que se viene produciendo una urbanización marcada de la patología en regiones extensas de Brasil, Paraguay y actualmente el Nordeste argentino.

En todas estas regiones los elementos comunes que se pueden observar son: una intensa degradación de la selva nativa, con una rápida ocupación humana y el establecimiento de grandes centros urbanos en áreas hasta hace muy poco tiempo antes selváticas. Asimismo, y fruto de la situación socioeconómica de nuestra región, estos centros urbanos poseen una gran parte de su población en condiciones de miseria y marginación, padeciendo toda clase de privaciones de infraestructura sanitaria, alimentaria, etc., lo que agrava la degradación ambiental y favorece la propagación de estas enfermedades. A ésto se acompaña también el fenómeno de frecuentes migraciones internas desde áreas rurales hasta estos bolsones de pobreza urbana.

En el caso particular de la región norte de la mesopotamia argentina y el Paraguay, se debe agregar el enorme impacto socio-ambiental sufrido con la construcción de la represa de Yacyretá, que además de generar un gran anegamiento de áreas ribereñas en ambos países, con una transformación del ecosistema local, provocó el desplazamiento de una gran cantidad de población humana hacia asentamientos periféricos, bajo condiciones de aislamiento y marginación

En este contexto ambiental degradado, se encuentra una enorme población de perros callejeros o de vida semilibre sin ningún control sanitario, que funcionan como perfectos propagadores de distintas enfermedades (Parasitosis externas e internas, TVT, Leishmaniosis, etc.)

Naturalmente en un ambiente de estas características, los insectos vectores, el otro eslabón indispensable en la cadena de transmisión, han encontrado las condiciones ideales para su multiplicación y difusión, ya que carecen de la gran cantidad de predadores selváticos y encuentra una población de vertebrados domésticos mucho más numerosa. Es así que, con unas condiciones excepcionales para adaptarse, estos insectos colonizan las ciudades adecuándose a los ambientes humanos.

En este momento para los clínicos veterinarios, esta enfermedad representa un verdadero desafío en muchos aspectos. Desde el punto de vista del diagnóstico por la gran variedad de manifestaciones que puede presentar en los pacientes caninos (y en menor medida felinos), es algo que se debe considerar en numerosos diagnósticos diferenciales con patologías comunes en la zona. Igualmente es frecuente encontrar coinfección de Leishmania con otras enfermedades (por ej. Demodeccia, Micosis, Piodermias, etc.),

Por otra parte desde el punto de vista sanitario y al ser ésta una zoonosis, es tarea del veterinario comprender y transmitir al propietario (y a la sociedad en general), cual es el verdadero papel del perro en este contexto, así como la responsabilidad que lleva implícita la decisión de tratar un animal enfermo crónico, que además de ser una víctima más de la enfermedad, con un adecuado manejo, no tiene por qué comprometer la salud humana en la medida en que se apliquen las estrategias sanitarias adecuadas. Estas deben ir dirigidas a evitar la picadura de flebótomos a humanos y animales, y reducir la población de los mismos medinte una adecuado manejo de productos químicos y medios físicos en el ambiente y sobre los animales ( pipetas y collares insecticidas en base a piretroides, fumigaciones, mosquiteros, higiene ambiental, etc.)

Tampoco debe olvidarse que debido a la frecuente e intensa movilidad de personas y animales entre distintas regiones del país, la presencia de animales afectados en áreas donde no está descripta la enfermedad es algo completamente posible y seguramente será cada vez más común en la práctica clínica diaria por lo que el conocimiento acabado de esta patología, debería ser una prioridad. Por último teniendo en cuenta lo antedicho respecto a la gran capacidad de adaptación de los vectores, y el proceso de cambio climático que lleva a un desplazamiento de las áreas templadas hacia el sur de nuestro país, no se puede dejar de considerar la posibilidad de una expansión de la enfermedad hacia regiones hasta ahora impensadas, tales como los grandes centros urbanos del centro de la Argentina.

Es este el momento oportuno en el que la profesión veterinaria debe involucrarse y participar en un debate profundo y amplio respecto a como encarar la lucha contra esta zoonosis. Es fundamental hacer valer el rol central que tiene el médico veterinario en su condición de clínico y sanitarista en una sociedad adonde el animal de compañía desempeña un papel cada vez más central en la vida cotidiana.

Agradecemos la colaboracion para la publicacion de este articulo a: M.V. José Octavio Estévez -



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