El origen de la profesion veterinaria o del albeytar

La noble y hermosa profesión veterinaria en todo el mundo cuenta hoy con muchas especialidades, y todas ellas están dotadas de modernos equipos auxiliares de diagnósticos para el buen desempeño de los profesionales, pero mediante quienes hoy ejercemos la profesión y la manera en que actuaban ellos miles de años atrás.

 El avance en la cultura de los griegos ocurre allá por la mitad de la décima séptima centuria. Así, antes de esto, la mitología griega desarrolló un complejo politeísmo pagano, asignando un animal a cada uno de los dioses. Entonces, la serpiente, que era la representante del inframundo, era conocida como el dios de la curación. El toro era conocido como el símbolo de la fertilidad y el poder, y el culto minótico al toro en Creta fue desarrollado junto a la domesticación del ganado.

Los profesionales de la salud de todos los pueblos de la Antigüedad tenían sus raíces en la magia y en la mitología, pues los dioses debían tener un doctor que les curase sus heridas y les prescribiera hierbas medicinales.

Y fue el legendario centauro Chirón quien inicio la medicina comparada, quien a su vez tuvo la responsabilidad de enseñar a Esculapio y a Melampus. Esculapio trataba a los humanos, y Melampus, a los animales, allá por los años de 1380 antes de Cristo.

Melampus sanaba a las ovejas, y se decía que estaba dotado de una gran capacidad para comunicarse con los animales, y asi también Aristaios, otro alumno de Chirón, que fue un gran médico de animales.

El centauro, símbolo de Chirón, fue adoptado como emblema por la British Veterinary Association, y por la United States Veterinary Medical Association, con sello de 1898.

Así también, Apolo fue el dios mítico de la salud y de la enfermedad. Además, su hijo Asklepios fue también educado por Chirón, por lo que fue un famoso cirujano y yerbatero. Él curaba tanto a humanos como a animales, y existe una moneda romana con Asklepios tratando al ganado.

El emblema de Asklepios, una serpiente enrollada en un palo (caduceo), llegó a ser el símbolo internacional de la medicina humana y veterinaria. Así también, Apsyrtos, 300 años a.C., era un brillante dios de los equinos.

Caduceus fue también un símbolo de las actividades médicas, y en el año de 1902, el departamento médico de la Armada de EE.UU. adoptó el caduceus como símbolo, y agregándole una v sobrepuesta al caduceus, llegó a ser el símbolo de la profesión veterinaria americana y del cuerpo veterinario de la Armada.

Demócrito estudiaba el interior de los animales para conocer la naturaleza de las enfermedades, y sus trabajos fueron de gran interés para la veterinaria. Pitágoras, genio y místico, creía en la inmortalidad del alma, y su trasmigración a otras criaturas, y se cuenta que, al ver a un hombre que le pegaba a un perro, le dijo: “Detente, no le pegues, es el alma de un amigo; reconocí su voz”. También Hipócrates, el máximo representante del pensamiento y de la ética médica, fue inmortalizado por la profesión veterinaria, a través del llamado “juramento hipocrático” de los graduados en Veterinaria.

Para Aristóteles, la naturaleza era lo más importante, siendo a su vez gran amante de la anatomía y la fisiología. En la patología de Aristóteles se describen enfermedades de los caballos, asnos, ganado, ovejas, cerdos, peces y elefantes. Él fue el descubridor de una enfermedad mortal de las ovejas, llamada “riñón pulposo” o enterotoxemia, a más de descubrir el método de la castración y sus consecuencias en el crecimiento de los animales jóvenes. Fue también quien descubrió el carbunco en cerdos y la lyssa o rabia en los perros, a más de ser el primero en descubrir dos epizootias en el ganado, una caracterizada por afecciones de los pulmones, posiblemente pleuroneumonía contagiosa, y otra que ocasionaba lesiones en las pezuñas, posiblemente la fiebre aftosa.

En los equinos, descubrió el ántrax, tétanos y laminitis, llamada enfermedad de la cebada y el famoso cólico de los caballos.
Las raíces del arte de la veterinaria en la Roma antigua se remonta a los etruscos, que fueron grandes amantes de los animales. Allí hubo muchos escritores y entre ellos estaba Cornelius Celsus, quien era considerado el “Hipócrates latino”, y el primero en descubrir los fenómenos de la inflamación.

Más tarde, Columella, nacido en Cádiz, descubrió una nueva técnica de castración en la que usaba una compresión con una banda de hinojos, la que apretaba el cordón testicular, y así evitaba la hemorragia y las infecciones.

En el Imperio bizantino, la caballería era harto importante, y se les otorgó a los veterinarios un papel muy preeminente en la sociedad. Aquí hubo un gran desarrollo de la veterinaria y, a pedido de Constantino, se escribió un famoso libro llamado Hippiatrika, en el que 17 autores hablaban de las enfermedades de los caballos, y entre ellos un veterinario de nombre Apsyrtos, que fue el primero en abordar los problemas de la dentición de los caballos.

En el Imperio árabe, la veterinaria experimentó grandes adelantos y la importancia de los animales domésticos se intuyen en estos famosos versos del Sahara: “Los caballos para las guerras, los camellos para el desierto, y los bueyes para los pobres”. Allí, Maimónides estableció que la saliva de los perros rabiosos era el veneno más peligroso, y descubrió la tuberculosis en los animales de los mataderos, a más de ser el creador de la salud pública veterinaria. Así también, entre otros, se debe a Ibn Jakoub, el primer libro sobre equitación y herraje de los caballos.

De allí el conocimiento árabe sobre la veterinaria se extendió a España, Italia y al Imperio romano. Por la influencia árabe, la veterinaria española era la más avanzada de Europa, y la palabra que describe a los veterinarios, albeytar, deriva de la palabra árabe al - baytar. El Rey Alfonso V de España fue el patrono de las ciencias medicas y de la veterinaria, y requirió a Manuel Díaz escribir un libro sobre el manejo equino y medicina veterinaria, llamado Libro de Albeyteria por lo Noble Mossem M. Díaz, en 1439.

Los trabajos más antiguos sobre la veterinaria fueron escritos en los monasterios españoles, entre ellos: Liber artis medicinae al ripoll, por Fray Teodorico, en Valencia, sobre las enfermedades de los equinos.

Y así, la escuela de los albeytars viajó a América, y en México, Julio Suárez de Peralta escribió el libro Tratado de Albeyteria, en 1580, siendo este el primer libro sobre médicos de equinos en el Nuevo Mundo. Por otro lado, el primer centro de educación veterinaria fue fundado en México en el año de 1853.

Autor: Prof. Dr. Arturo Romón Pistilli



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