Conociendo el gato domestico

El gato domestico: Comunicativo,  tierno y misterioso

Quienes tienen o han tenido en algún momento un gato doméstico, hablan de los pequeños felinos como de seres tiernos y comunicativos, que saben cuándo va a llegar su dueño a casa y que lo esperan con ansia. Cuentan sus hazañas como le de un integrante más de la familia y esperan sus ronroneos tanto como el gato espera los mimos del dueño.

Sin embargo, hay también personas que no soportan a los gato doméstico, que sienten por ellos una especie de fobia, y no sólo eso, sino que hay quienes -incluso- los consideran seres esotéricos.

¿A qué se deben estas opiniones tan diferentes acerca de los gato doméstico? ¿Se esconde realmente algo sobrenatural detrás de sus profundos ojos, o lo que guardan es simplemente una gran inteligencia y astucia?

A la par de aquéllos que aman a los gato doméstico, y que son capaces de llegar a tener docenas dando vueltas por el jardín todo el día, o durmiendo en los sillones en los que más tarde se sentarán las visitas, hay también personas que no los soportan, y hasta algunos creen que los felinos tienen alguna dosis de malicia provocada por ciertas cualidades esotéricas.

Desde tiempos muy antiguos se ha considerado al gato doméstico como poseedor de un cierto sentido “sobrenatural”. En ocasiones fue considerado un animal sagrado, en tanto en otros casos fue tenido más bien como “diabólico”.


¿Qué hay de cierto en todo esto sobre el gato doméstico?

Desde luego el gato doméstico es una criatura reservada, de espíritu independiente, y quizás simplemente a ello se deba la caracterización de mágico o diabólico que muchas veces se le ha asignado. Esta caracterización tiene su fundamento en situaciones a veces muy particulares. Suele ocurrir por ejemplo, en una noche totalmente tranquila y relajada, donde uno se siente también tranquilo y relajado, junto al gato que también está tranquilo y relajado, que de repente vemos a este último con las orejas hacia atrás, las pupilas dilatadas, el dorso arqueado y el pelo erizado, moviendo la cola y mirando absorto un punto fijo en el cual nosotros no vemos nada fuera de lo común. O bien de repente, estando tranquila, nuestra mascota felina comienza a correr por toda la casa a toda velocidad, queriendo atrapar algo muy concreto, que sin embargo no existe, o al menos nosotros no lo vemos. Este tipo de comportamientos hacen pensar que los gatos domésticos podrían tener un sexto sentido, o una sensibilidad espiritual que sólo ellos poseen, que hace que siempre sepan más de ciertas cosas que nosotros los humanos, o mejor dicho, que las perciban de manera diferente.

Los gatos poseen sentidos sumamente agudos, y muchas veces reaccionan ante situaciones aparentemente tranquilas, porque perciben sonidos o vibraciones y detectan olores que nosotros no podemos detectar. Son capaces de prever, por ejemplo y con varias horas de anticipación, catástrofes producidas por erupciones volcánicas o terremotos.

En tiempos medievales, se relacionaba a los gatos domésticos con la magia negra; se pensaba que eran familiares de las brujas, o incluso que las brujas mismas se transformaban en gato. Tal superstición era fomentada tal vez por el hecho de que hay felinos que no quieren a los hombres, o quizás aún por el hecho de que estos animales siempre se han negado a ser serviciales como las otras especies domésticas, lo cual seguramente alimentó la idea de que eran misteriosos en cierta manera. Incluso en la actualidad hay aún personas que los suponen maliciosos.

Sin embargo, y si bien no existen pruebas de que los gatos puedan “amar” de la misma forma que los seres humanos, son animales muy sociables que buscan continuamente a su dueño y le responden con demostraciones de afecto y cariño. Incluso algunos se hacen muy cercanos a un miembro determinado de la familia, dedicando a él gran parte de su tiempo.

Pero a diferencia del perro y de otras mascotas, el gato nunca debe considerarse “propiedad de”, sino que más bien sería correcto pensar que se trata de un compañero que comparte la vivienda, y que ha elegido esa forma de convivencia para un beneficio mutuo.

Toda persona que haya tenido algún contacto con los gatos, conocerá seguramente alguno que sepa cuándo va a llegar su dueño a casa, o que pueda abrir la puerta para salir, rascar la ventana para que lo dejen entrar, o cosas similares que hacen suponer la presencia de una gran inteligencia, e incluso de cierto tipo de intuición especial. Efectivamente, un indicio de gran inteligencia es la precaución; otros animales no son tan astutos para determinar dónde y cuándo podría haber un peligro.

Los gatos domésticos son además muy independientes, y tienen voluntad propia.
 
Son también curiosos, y les gusta explorar cosas diversas en situaciones que no tienen nada que ver con su necesaria supervivencia. Pero ese ser independientes, los hace también en cierta forma individualistas y calculadores. Probablemente un gato no recordará que no debe traer sus trofeos a casa o recostarse sobre el mejor traje negro. Sin embargo, tendrá una gran capacidad de memoria para recordar aquella información que a él le es útil, aunque no lo sea para su dueño. Los gatos recuerdan perfectamente bien qué les gusta comer y donde se encuentra siempre su plato de agua. Recuerdan además, y entre otras muchísimas cosas, qué voz deben emplear para que el dueño responda a sus distintas demandas, y generalmente a la hora de las comidas recuerdan hasta sus propios nombres. Pero su memoria es selectiva, y sólo con un muy adecuado entrenamiento podrán recordar lo que se espera de ellos.

En cuanto a las características que a veces se le han asignado de “esotérico”, no puede negarse que estos animalitos poseen habilidades no sólo muy similares a las de los humanos, sino que además tienen un tipo diferente, más avanzado y más perfeccionado de intuición y hasta de percepción de su mundo externo.

Está comprobado por ejemplo que un gato doméstico, mientras duerme, experimenta sensaciones o experiencias semiconscientes si no iguales al menos muy parecidas a las del hombre. De esto existe incluso evidencia externa: hay cambios de postura corporal, movimientos con las patas y las uñas, movimiento de los bigotes y orejas, incluso a veces vocalización.

En el sueño profundo, el cerebro del gato está tan activo como cuando está despierto, y sus sentidos están igual de alertas para la recepción de estímulos.

Por otro lado, y aunque muchos se nieguen a creerlo, los gatos se comunican; hablan. El maullido de un gato tiene infinidad de modulaciones diferentes, cada una con su propio significado, desde la voz suave de saludo hasta el insistente “dame la comida”. A veces, incluso, se combinan maullidos cortos de diversa intensidad y timbre, amistosos siempre, que terminan convirtiéndose en una suerte de “charla” social. Aunque esta situación varía de un gato a otro, hay algunos que pueden “charlar” durante más de media hora. Cuanto más el dueño le hable, más el gato responderá.


Agradecemos la colaboración para la publicación de esta cartilla a: Gustavo Iglesias, Director Editorial de Magin Producciones & Market Consulting

 



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