Invitacion de mi perro

Contemplarte es un placer. Sentada bajo el sol, tu hocico vibra con la proximidad de los pájaros. En un instante y sin previo aviso, respondés a tu instinto de cazadora y te lanzás en una persecución –que ya sabés será inútil- contra esa paloma que se atreve a posarse en tu territorio. Y volvés, refunfuñando fracaso y cansada, a tu posición de vigía.

Pasan los minutos y sigo observándote. Te aburrís. Querés que deje la antipática máquina y juegue con vos.

Se te está terminando la paciencia ... Entrás al escritorio, me mirás como sólo ustedes los perros saben mirar –buscando el alma verdadera- y empezás con tu invitación sonora. Primero con suaves gimoteos, después intercalando uno que otro ladridito ... hasta que desatás una imparable sucesión de ladridos cada vez más sonoros. Tu invitación se ha transformado en protesta.

Sigo trabajando y finjo no escucharte. Vos gruñís con tono bajo y amenazante, decidida a hacer oir tu alegato a favor de tu derecho a divertirte y reclamás mi compromiso como compañera. Te acercás y con tu hocico empujás mi mano para detener el tecleo. Como esta estrategia tampoco te sirve, subís a la silla y saltás sobre los papeles. Imprimís tus huellas barrosas y atacás la máquina. Pintás mis anteojos y mi cara con esos besos mojados –si no es mojado no es un beso- que sólo ustedes los perros saben dar. Ante mi fingida indiferencia te bajás resignada y te sentás en la silla frente a mí. Me regalás una de esas miradas llenas de reproche que sabés que me conmueven y, envuelta en tu decepción, te transformás en una rosquita peluda y triste.

Por tu paciencia, por tu energía para defender tu derecho, por tu constancia para reclamarme el compromiso que acepté cuando te elegí como compañera y por mi propio bienestar, dejo de teclear.Tu alegría es indescriptible cuando oís el clic del cierre de la máquina. Sabés que acepto tu invitación para jugar juntas. Tus ojitos se transforman con el brillo de la esperanza y puedo percibir una sonrisa dibujada en tu carita canina.

Contemplarte, siempre es un placer.

 



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