El perro como especie social segunda parte

 

 

El inicio
del vínculo social
entre los perros

 

 

Una vez que sabemos que los lobos y los perros son especies sociales que forman grupos de convivencia surge el interrogante acerca de cómo comienza la formación del grupo, es decir, el vínculo entre los animales que lo componen. Además resulta importante conocer las similitudes y diferencias que existen entre los mecanismos de formación de grupos en los lobos y en los perros.
La formación de vínculos estrechos entre los animales requiere una predisposición de los individuos a relacionarse entre sí y que tal relación perdure a lo largo del tiempo. David Mech, un biólogo norteamericano experto en lobos, postula que en los lobos que viven en libertad existen tres circunstancias básicas:

1 - El cortejo y apareamiento de un macho con una hembra en edad reproductiva
2 - La crianza de los pequeños lobeznos por parte de los adultos.
3 - El desarrollo y crecimiento de los lobeznos en compañía de sus hermanos de camada.

Fuera de estas circunstancias es muy poco probable que dos lobos estén predispuestos a relacionarse entre sí. Por lo tanto, es posible concluir que en la naturaleza la única situación en la cual dos lobos adultos extraños establecen un vínculo es aquella relacionada con el apareamiento de un macho y una hembra, es decir, a partir de un deseo sexual.

El cortejo y apareamiento de un macho con una hembra en edad reproductiva

En los lobos, el cortejo previo al apareamiento es bastante prolongado, lo cual cumple como función principal reforzar el vínculo de la pareja. Otro hecho que parece cumplir la misma función es el cerrojo copulatorio, que también ocurre en los perros siendo popularmente conocido como "abotonamiento", mediante el cual los animales quedan literalmente enganchados por su parte posterior durante el transcurso del acto sexual por un término promedio de treinta minutos. Este mecanismo de formación del grupo a partir del comportamiento sexual como formador del vínculo entre dos lobos adultos extraños también ocurre en los perros, aunque en las condiciones en que viven estos últimos, el medio urbano, no es el único ni el principal.

En el caso de los perros ocurre un fenómeno muy particular, ya que en su convivencia con el ser humano existen determinadas circunstancias que no acontecen en la naturaleza. Es frecuente que algunos dueños de perros en algún momento de la convivencia decidan adoptar otro perro como compañero. También es frecuente que en las grandes ciudades los propietarios acudan a las plazas para permitir que sus animales interactúen con otros congéneres. Si bien ambas circunstancias pueden generar algunos inconvenientes iniciales entre los animales, es muy probable que una vez superados dos hechos que pueden demorar la interacción armónica, el miedo y la agresividad, se establezca un vínculo entre los animales. Esto se debe básicamente a que los perros son, salvo algunas excepciones, animales amistosos. Por lo tanto pueden adaptarse -según las características raciales, individuales y de crianza- a la presencia de congéneres desconocidos y relacionarse con ellos.

Desde ya, este tipo de vínculo se establece mucho más rápido cuando los animales son cachorros y puede ser más dificultoso en los individuos adultos. Por el contrario, los cachorros sufren en mucha menor medida si son separados de sus congéneres que los perros adultos, porque una vez establecido el vínculo suele perdurar a pesar de que se vean obligados por alguna razón a no volver a verse.

La crianza de los pequeños lobeznos por porte de los adultos.

Esta segunda circunstancia se produce en primer término a través del estrecho contacto físico con la madre y de la alimentación. Si bien esta última es inicialmente provista por la madre durante el amamantamiento, más tarde todos los miembros adultos del grupo colaboran en la tarea de alimentar a los cachorros. Esto ocurre cuando los individuos adultos regurgitan la comida predigerida por ellos, que constituye la primera alimentación de tipo sólida de los cachorros. En el caso de los perros el fenómeno de regurgitación del alimento muchas veces no se observa ya que son los seres humanos los encargados de brindarles la primera alimentación sólida.

El desarrollo y crecimiento de los lobeznos en compañía de sus hermanos de camada

A lo largo de este proceso los cachorros mantienen un estrecho contacto social que comienza con un simple contacto físico y que, a medida que los pequeños crecen, se enriquece con el juego. Sin lugar a dudas el juego desempeña, tanto en el caso de los lobos como en el de los perros, un rol de vital importancia en la formación del grupo y en el mantenimiento del vínculo entre sus integrantes.

Por todo lo dicho es posible concluir que tanto en los lobos como en los perros el establecimiento del vínculo entre los individuos y la formación de grupos se producen por los mismos mecanismos, basados en una predisposición de los animales a relacionarse entre sí. Sin embargo, en el caso de los perros existe además el fenómeno de la vinculación a partir de la incorporación al hogar de dos o más individuos o de la reunión de congéneres en determinados lugares. En estos casos, una vez vencidos el temor o la agresión inicial, suele surgir una verdadera amistad entre los diferentes integrantes del grupo.

Extracto del libro "Nuestro perro"
Autor: M.V. Claudio Gerzovich Lis
Comportamiento animal
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Fuente visitar: www.comportamientoanimal.com



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