Mi perro puede tener manias o trastornos compulsivos


¿Tienen los perros manías? 

No es un secreto que cada perro tiene su carácter y sus peculiaridades que lo hacen único  a los ojos de su propietario. Cualquier persona que conoce a su perro sabe que puede tener unos comportamientos “extraños” en determinadas circunstancias o situaciones: ¿Por qué no quiere pasar por una acera? ¿Por qué siempre se para en el mismo sitio para oler o hacer sus necesidades? ¿Por qué come una cosa en una situación y la rechaza en otra? 

¿Qué es una manía? 

El término “manía” se refiere a la esfera del estado anímico, de hecho representa una exaltación de este estado. En psiquiatría representa una de las fases del trastorno bipolar.

Podemos reconocer algunas formas obsesivas más leves, por ejemplo la obsesión por la limpieza o por el orden, que no llegan a ser tan graves, aunque, en algunos casos, pueden llegar a interferir con la vida normal del individuo. Se habla, en estos casos, de trastornos obsesivos-compulsivos.  

¿Podemos hablar de manías en los perros? 

Según la definición de manía tenemos algunos problemas en poder definirla en los animales, considerando que aún no podemos definir concretamente un “estado de ánimo” o una obsesión en un animal. Por esta razón, clínicamente, en los animales hablamos más correctamente de trastornos compulsivos. Estos trastornos pueden afectar a la vida normal del animal, apoderándose de él y haciendo que el animal se encuentre cerrado en un bucle del cual no puede salir y que le obliga a repetir compulsivamente algunos comportamientos. Los más comunes son: el perseguirse la cola, lamerse de forma compulsiva hasta llegar a provocar una herida o andar en círculo. Los animales que padecen estos trastornos, aunque en muchos casos sean genéticamente predispuestos, pueden desarrollar trastornos compulsivos a partir de situaciones conflictivas que viven en su entorno, en la mayoría de los casos en forma crónica. 

La repetición del movimiento en curso de un trastorno compulsivo, desencadena una respuesta en el cerebro del animal que favorece la liberación de unas sustancias, las endorfinas, que otorgan sensaciones de placer y bienestar. Así se cierra el círculo y el animal se queda atrapado en él. 

Comportamientos curiosos y posibles explicaciones 

No todas las pequeñas “manías” de nuestros animales deben considerarse preocupantes y patológicas. Algunas forman parte de su carácter y de su unicidad y hasta hacen que nuestra relación con ellos se haga más fuerte, nos hacen reír y hacen que para nosotros sea especial. Se oyen muchas historias curiosas y que incluso generan risas, aunque es importante analizarlas porque a veces nos avisan de alguna cosa. 

Un comportamiento singular es el de un perro que siempre depositaba su “regalito” a la puerta de una perfumería. Este comportamiento podría ser análogo al de los perros que después de haber estado bien aseados en la peluquería, lo primero que hacen al salir es revolcarse en la tierra. Podría tener algo a que ver con el intentar enmascarar con el propio olor un olor muy fuerte procedente del exterior. 

Otro comportamiento singular, bastante común y que puede desarrollarse con muchos matices, es la costumbre de algunos perros de cambiar de acera en puntos particulares o no querer pasar por algún punto en concreto y evitar alguna calle. En estos casos podría ser interesante evaluar la postura  y el comportamiento del perro durante el paseo para establecer si la evitación de determinados puntos es dictada por un miedo adquirido (evaluando, por ejemplo, la postura del perro) o si simplemente el perro ha “encadenado” varias etapas del paseo y las repite cada vez de la misma forma.  Puede ser que este comportamiento solo sea fruto del aprendizaje, pero evaluar si hay un componente de miedo podría ayudar a mejorar el bienestar de nuestro animal, simplemente eliminando los trayectos que no quiere recurrir o, si no es posible, proceder con una terapia de desensibilización y contracondicionamiento para que aprenda que no hay que temer nada en estos puntos. 

Los ejemplos podrían multiplicarse: perros que son futboleros y perros que odian el futbol, perros que solo comen de la mano de su propietario, perros que cumplen un ritual establecido antes de salir de casa o que tienen su particular forma de avisarnos de diferentes acontecimientos. Está claro que no todos los comportamientos “peculiares” de nuestras mascotas pueden tener una explicación racional o, quizás no los hemos observado bastante. De todos modos un concepto podrá ayudarnos a entenderlos un poquito mejor: los perros son amantes de la rutina y del control sobre el ambiente. Su seguridad depende de la previsibilidad que tienen en lo que va a suceder. Por esta razón aprenden asociando acontecimientos y lo hacen solos, aunque esta característica es un valor que podemos aprovechar a nuestra (y a su) ventaja para construir un equilibrio y una estabilidad en la cual el animal se sienta más cómodo. 

Queda lo inexplicable de una mirada que parece entendernos, de un gesto que no tiene significado pero hace que nuestro perro sea único y que podamos reconocerlo entre los demás, con sus particularidades y rarezas que hacen que lo amemos más.     

¿Qué papel juega el propietario? 

¿Podemos inducir manías a nuestros animales? La respuesta es SI, aunque con algunos matices. Es posible que, inconscientemente, podamos crear unas asociaciones indeseadas en la mente de nuestros animales entre, por ejemplo, un lugar y una situación desagradable. Sin darnos cuenta podemos hacer que, por ejemplo nuestro perro no quera cruzar una calle o “tenga manía” a algunos objetos o tipos concretos de personas. Estos problemas podrían definirse mejor como miedos o fobias, aunque en muchos casos podemos confundir los términos y las manifestaciones externas. En estos últimos casos podemos prevenir los problemas con una correcta socialización y educación del animal, para que sepa enfrentarse mejor a la realidad y a las diferentes situaciones que se le presentan.

La realidad es que por su misma naturaleza gregaria, el perro intenta crear vínculos con su familia humana y comunicarse de la forma más parecida a la suya. Por esta razón el dicho que “Cada perro se parece a su dueño” es del todo cierto. El perro se comunicará con nosotros de la misma forma que nosotros lo hacemos con él y con nuestro entorno: si somos nerviosos o agresivos el perro reaccionará a esta forma de relación, aunque dependerá también de su temperamento y de su genética. 

Otro aspecto a considerar es la posibilidad del aprendizaje por imitación. Se ha empezado a utilizar en una peculiar forma de adiestramiento y parece que es cierto: nuestros perros podrían ser capaces de imitarnos por su innata empatía con la especie humana. Esto podría reforzar aún más la hipótesis que podemos transmitir nuestras emociones y probablemente también nuestras manías a nuestros perros.    

¿Cuándo debemos preocuparnos? 

En realidad, como hemos dicho, no todas las “rarezas” de nuestro perro deben preocuparnos, aunque es importante interpretarlas correctamente, puesto que en algunos casos pueden representar una forma de comunicar algún tipo de malestar. Por esta razón si notamos los comportamientos descritos es importante consultar con un especialista etólogo que podrá explicarnos el porqué de determinadas acciones y, eventualmente asesorarnos sobre posibles remedios.

Agradecemos la colaboracion para la publicacion de este articulo a:
Medica Veterinaria M.V. Severina (Vera) Vicinanza. Formadora.
Especializada en etología y medicina del comportamiento.
Linkedin: https://es.linkedin.com/in/veravicinanza/
ISED: www.ised.es
Etolog, temas de etología veterinaria - https://veravicinanza.blogspot.com.es/

 



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