La conducta de las mascotas

 

La ontogenia de la conducta estudia los cambios que se producen en la conducta de un individuo a lo largo de su desarrollo.

La conducta de un individuo no es una situación constante, si no que a lo largo de la vida y de las distintas situaciones que se le van presentando, puede ir modificándola (períodos críticos o sensibles). Los cambios de conducta pueden ser consecuencia del aprendizaje,  del envejecimiento, de enfermedades, etc. 

Hay cambios en el sistema nervioso de los animales que hacen que el aprendizaje sea gradual, que puedan incorporar mayor capacidad en determinado momento de la vida.

En el caso de los perros los únicos sentidos que son funcionales al momento del nacimiento son el tacto, el olfato y los gustos. La vista, el oído, el control de distintos músculos del cuerpo se vuelven completamente funcionales con el correr de los días de vida.

Para poder comprender los momentos claves en el proceso de aprendizaje del cachorro es importante saber hay distintos períodos en el desarrollo del animal. Éstos son:

Período neonatal (primera y segunda semana de vida): el cachorro dedica prácticamente todo su tiempo a mamar y dormir. Hay estudios que describen que animales manipulados frecuentemente en este período demostraron una maduración más rápida del sistema nervioso central, abren antes los ojos, crecen más deprisa, coordinan mejor los músculos, exploran más, se adaptan mejor al estrés que animales que no fueron manipulados.

Período de transición (tercera semana): el cachorro comienza a explorar y muestra conducta de juego por primera vez.

Período de socialización (desde la cuarta hasta la duodécima semana): la conducta de explorar se marca más, interacciona con los demás cachorros, ingiere alimento sólido, acepta a otros perros y personas sin asustarse o ser agresivo en exceso. 

Período juvenil (desde la decimotercera semana hasta la madurez sexual): desarrolla progresivamente la capacidad motora.

De lo explicado anteriormente tiene particular importancia el período de socialización. En este período ocurre lo que se conoce como “imprinting” o “período sensible” que no es más que un punto en la vida del animal que condiciona la conducta social y reproductora del animal y que puede ser hasta cierto punto irreversible.

El período de socialización comienza cuando los órganos de los sentidos son mínimamente funcionales y termina cuando la respuesta al miedo o a estímulos desconocidos que da el animal puede ser controlada por el mismo.

El sociabilizar al animal en el período sensible hace que desarrolle conductas más normales en relación a otros perros y personas. Es importante que durante este período el animal pueda tomar contacto con situaciones que en su vida de adulto, van a ser cotidianas, por ejemplo, la presencia de niños; de otros animales, incluso de otras especies; ruidos particulares, etc. Pasado este período no es imposible que el animal siga siendo sociabilizado, pero sí se produce una respuesta más lenta y difícil al miedo, lo que hace que sea más dificultoso el aprendizaje.

Actuando en esta etapa se pueden evitar conductas indeseables a futuro como ser la dominancia, la agresividad ya sea por miedo, competitiva, orgánica. 

¿Cómo interpretar el lenguaje de los animales ante un caso de agresividad?

La agresividad por miedo se presenta tanto en machos como en hembras y puede ser dirigida hacia cualquier persona desconocida, hacia una en particular o hacia otro animal

Un animal dominante adopta una postura con la cola levantada, las orejas hacia delante, extremidades extendidas por completo, mientras que uno subordinado en presencia del dominante recoge la cola, las orejas las dirige hacia atrás y tiende a flexionar los miembros, dando la apariencia de ser más pequeño.

Durante el episodio de agresividad el animal muestra una conducta ambivalente ya que por un lado suele mantener la cola recogida, lomo agachado y orejas hacia atrás, pero por otra parte frunce los belfos o se eriza.

Es importante poder reconocer estas situaciones para evitar problemas serios ya que el daño que puede hacer un animal, dependiendo de la raza, tamaño y fuerza entre otras cosas puede ser realmente serio. La falta de contacto con las personas en el período de socialización es en muchos casos una de las causas de agresividad por miedo. 

El habituar al animal de a poco, el reconocer situaciones particulares que desencadenen los mecanismos de agresión del animal y la consulta al profesional de la salud de la mascota son medidas que se pueden tomar para evitar serios problemas.


Agradecemos la colaboracion para la publicacion de este articulo a:

Ana Paula Iapichino - Buenos Aires, Capital Feder




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