Como facilitar la convivencia entre los perros y los gatos
En un mundo perfecto, los gatos y los perros se convertirían en mejores amigos desde el principio, o al menos aceptarían convivir de manera pacífica.
Pero en el mundo real, no todos los perros y los gatos (así como perros y perros, o gatos y gatos) pueden llevarse bien. Todo dependerá de su temperamento, socialización, niveles de confianza, experiencias pasadas, instinto depredador, edad, entre otros factores.
Es por eso que, cuando le presentes a tu perro un gato que acaba de llegar a vivir a tu hogar o viceversa, jamás debes pensar que es tan sencillo como juntarlos y dejarlos convivir. Incluso en el mejor escenario posible, este enfoque solo provocará un ambiente lleno de estrés.
También es importante reconocer que estas interacciones pueden ser peligrosas, en especial para el gato. Algunos perros nunca han estado cerca de un gato y no tienen idea de qué esperar o cómo comportarse; otros los ven como presas y los persiguen, lo que, como puedes imaginar, podría ser un mal comienzo para una relación a largo plazo.
La socialización temprana es la mejor solución
"Pelear como perros y gatos" es una frase antigua pero cierta. Tanto los perros como los gatos vienen equipados con un fuerte instinto de caza y una naturaleza territorial. Y dado a que el perro promedio es mucho más grande y más fuerte que el gato promedio, si tu perro decide que el gato es una presa, entonces tiene el potencial de lastimar o de incluso matar a tu gato.
Sin importar sus roles predeterminados como adversarios naturales, algunos perros y gatos pueden volverse mejores amigos. Si quieres que tu perro y tu gato se lleven bien, lo ideal sería hacer que tu cachorro comience a socializar con gatos durante su periodo sensible que es a partir de las 3 y 12 semanas de edad.
En el caso de los gatos, el período sensible para la socialización es entre las 2 y 7 semanas de edad, por lo que este es el mejor momento para exponer a tu gatito a los perros (de manera segura, por supuesto). Por lo general, las mascotas que reciben esta valiosa exposición a otras especies durante su período sensible, en un futuro, no tendrán problemas para adaptarse a un gato o perro nuevo en el hogar, siempre y cuando, sus primeras experiencias hayan sido positivas.
Comenzando con la pata derecha
Sin importar la edad de tus mascotas o su nivel de socialización, la fase de introducción inicial debe manejarse con cuidado. Debe hacerse poco a poco, durante un período que puede durar horas, días o incluso semanas, lo que depende de la personalidad de tus mascotas.
Dado que un gato rara vez es una amenaza para un perro (a menos que sea un cachorro pequeño), tu perro necesitará estar atado con una correa durante esas primeras reuniones cruciales. Por esa razón, ya debería estar acostumbrado a usar correa y tener entrenamiento para responder a órdenes verbales como “siéntate”.
Si tu nueva mascota es un gato, debes tomar en cuenta que los gatitos son muy sensibles a ambientes, sonidos, sabores, olores, etc. y se pueden estresar fácilmente por cualquier cambio en sus vidas. Por eso te recomiendo separarlo y ponerlo en un lugar donde tenga su propia cama y comida durante al menos una semana (hablaré más sobre este tema más adelante). Esto le ayudará a aclimatarse bajo sus propios términos, que es la forma en que los gatos prefieren hacer las cosas.
Cómo presentar a tu gato con un perro nuevo
Primero, asegúrate de que tu gato tenga múltiples rutas de escape (por ejemplo, fuera de la habitación, en un lugar alto o debajo de un sofá al que tu perro no pueda acceder). Usa puertas para bebés para que tu gato tenga un lugar seguro, en caso de ser necesario. Ante todo, su seguridad debe ser tu principal prioridad.
Lleva a tu perro con una correa y asegúrate de que no pueda lanzarse o alcanzar a tu gato. Deja que el gatito haga el primer movimiento, ya sea que se mueva hacia tu perro o que se aleje de él. Observa con cuidado la reacción de tu perro. ¿Se puso rígido, se le queda viendo, le ladra, gime o se avienta para atrapar a tu gato? Estos son algunos signos de su instinto de caza y significa que necesitas buscar otra forma de hacerlos interactuar (ver abajo).
Si tu perro parece estar tranquilo, aléjalo del gato y luego quítale la correa, vigilando la interacción en todo momento. Si es necesario, distrae a tu perro con un juguete, premios o una sesión corta de entrenamiento, dale órdenes sencillas como "siéntate" y "abajo", o bien una caminata corta para alejar su atención del gato.
No permitas que tu perro acorrale o intimide a tu gato y recompénselo cuando se enfoque en ti, en lugar de enfocarse en el gatito.
Cómo presentar a tu perro con un gato nuevo
Una vez que hayas decidido dónde poner al gatito recién llegado, debes colocar todo lo que necesite en su habitación segura, como una caja de arena, ropa de cama, juguetes, poste para rascar, comida, agua y un lugar para esconderse. Esta será su casa hasta que se sienta con ganas de aventurarse a explorar el resto de la casa.
Lleva a tu gatito nuevo a tu casa en una jaula transportadora, colócala directamente en su habitación y cierra la puerta para que tu perro no trate de investigar de inmediato. Abre la jaula transportadora y deja que tu gatito explore sus alrededores a su propio paso.
Una vez que se sienta cómodo en su habitación, coloca una puerta para bebés al otro lado de la puerta, esto lo hará sentir seguro, pero no aislado. Si tu perro puede saltar por encima de la puerta, usa dos puertas, una a seis pulgadas del suelo y otra encima de la primera, para que tu perro no pueda cruzar la barrera, pero que el gato pueda entrar y salir cuando quiera.
Presenta a los demás miembros humanos del hogar al gatito nuevo, pero uno por uno. Lo ideal es que esto ocurra, por ejemplo, en la sala cuando el gato se aventure a investigar por su cuenta. Organiza estos encuentros y saludos en un ambiente tranquilo, silencioso y de bajo estrés para no asustar o estresar aún más al gatito recién llegado.
Deja que tu gato se familiarice con tu perro en sus propios términos; esto puede tomar días, semanas o incluso meses. Cuando vea o escuche al perro, puede aislarse en su habitación segura durante varias semanas, lo cual está bien. Asegúrate de no forzar la interacción.
Cuando las cosas no salen según el plan
Incluso cuando has hecho todo bien, no hay garantía de que tu perro y tu gato se conviertan en amigos al instante. Si no se llevan bien, puedes intentar volver a familiarizarlos poco a poco en un ambiente neutral, con tu gato con acceso a su habitación segura y tu perro bajo el control de su correa. Si ambas mascotas están tranquilas, recompénsalas con su premio favorito y atención positiva.
Repite esto con frecuencia para lograr disminuir poco a poco la distancia física entre ellos y aumentar la cantidad de tiempo que pasan juntos. El objetivo es llevarlos a un punto donde puedan coexistir en paz.
A medida que tu perro se familiarice más con tener un gato cerca, podría perder el interés por su presencia. El siguiente paso es permitir interacciones supervisadas con tu perro sin correa y, eventualmente, interacciones sin que lo supervises. Resulta obvio que, esto último solo debería suceder después de un período significativo de interacciones supervisadas sin incidentes de excitación o comportamiento agresivo.
Si tu perro muestra signos de agresión hacia tu gato, como gruñir, arremeter contra él, chasquear, o bien, tu gato muestra signos de estrés cuando está cerca de tu perro (como gruñir, silbar o golpear), deberás separarlos durante un tiempo antes de volver a intentarlo. A veces, un profesional puede ser de mucha ayuda.
Muchos gatos y perros se llevan bien desde el principio, mientras que otros se convierten en amigos después de un período de adaptación. Algunos aprenden a convivir al ignorarse los unos a otros. Por desgracia, algunas veces lo mejor y más seguro que puedes hacer es encontrarle otro hogar al perro o al gato nuevo.
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